· Disyuntiva ·

viernes, 29 de octubre de 2010

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¿Y si me gustaran dos personas?
¿Y si ninguna de ellas es la persona que amé?
¿Podrían llegar a mí en algún momento? ¿Querrán hacerlo?
Esta resumida historia empieza un 24 de Septiembre, una noche de primavera en la que conocí a un grupo de personas que en su tiempo libre, como yo, entran a un videochat.
La mayoría entra a buscar sexo, otros entran buscando nuevos amigos, otros un amor... Y después estamos los que no buscamos nada, los que dejamos que fluya y se dé lo que se tenga que dar con quien sea.
Esa misma noche lo conocí a él. Se acercó, me abrazó y me preguntó: "Vos sos fefelobito?", y apenas lo ví algo se encendió dentro mío. No sé bien que fué, creo que algo así como una chispa.
Me sonrió y enseguida me puse nervioso... A partir de esa noche nunca más lo olvidé. Cada día que pasaba era desearlo más y más.
A esta persona la lastimaron mucho en el pasado y gracias a esto, formó una coraza tan grande que hasta le cuesta abrirse a determinadas personas. Claro que esto a través del chat no se ve reflejado en un 100%.
Unas semanas después de conocerlo, decidí hablar con él y contarle la verdad -lamentablemente en estado de ebriedad-, y recibí como respuesta un "no... pero quizás algún día...", cosa que me dió aún más esperanzas.

Durante los primeros días de Octubre conocí a un chico que me llamó la atención un poco tarde... Habíamos quedado en ir al cine junto a otros dos chicos del videochat. ¿Cómo explicarlo? Para resumirlo: De algún modo seríamos tan compatibles como pareja que hasta me dió curiosidad y me despertó cierto deseo sexual, su piel, su barba, su forma de hablar... pero él también debía tener un contra: Tener sexo con cualquier persona.
Ese día sentí como cierta atracción y tensión sexual de parte de ambos, pero lo dejé pasar, porque creí que era una impresión mía. A los pocos días hablé con el chico que salió con nosotros al cine y me dijo que él también notó que algo pasaba entre los dos... Finalmente llega el día de hoy y todavía no se sabe a ciencia exacta qué es lo que le pasa conmigo y a mí con él. Lo que sí está claro es que existe algo fogoso y concreto, por lo menos de mi parte, que es CALENTURA. ¡Jaja! A tal punto que llegué a soñar con él...

Sinceramente son cosas muy diferentes las que siento por estas dos personas, pero a su vez esas cosas que siento podrían derivar en el mismo lugar. Estoy muy confundido... Pero de lo que estoy seguro es que a la primer persona de la cual hablé le tengo muchísimo cariño, y me gustaría poder hacerlo feliz.

· El sol no regresa ·

jueves, 14 de octubre de 2010

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Ingresé a la secundaria con 13 años de edad y un secreto a cuestas. A diferencia de la primaria, me comportaba como una persona antisocial. No hablaba con nadie, no sonreía y dejaba que mis compañeros me tiren útiles escolares y me digan barrabasadas. Las únicas dos personas del curso que hablaban conmigo era porque les tocaba hacer un trabajo práctico de Historia.
No fue fácil esa etapa para mí, no admitía lo que realmente me pasaba, y sentía que la gente sabía mi secreto y se reían de eso en mi cara... Así que al comenzar el segundo año opté por tomar otra actitud y a cada persona que me molestaba le pegaba. Por un tiempo creí que esa era la solución: Hacerme respetar. ¡Claro que no era lo correcto!
La relación con mis compañeros de curso empeoraba día a día,mes a mes. Así es como me relacioné con la nueva camada del Bachiller, y sentí que realmente me querían por cómo yo era. Por alguna razón seguía sintiéndome solo, no encontraba "eso" que llenara mi espacio vacío. Tramé un plan (inconscientemente) y entre diciembre y marzo me quedaron por rendir 13 materias, las cuales fueron imposibles de aprobar, por lo que terminé repitiendo (casi a propósito).
Mi segundo año comenzó de nuevo y parecía estar contento, un grupo de amigas con las cuales me llevaba bárbaro, los chicos no me maltrataban, y seguían mis chistes como si lo que dijera fuese gracioso.
En tercer año las cosas ya eran un poco más fáciles para mí, ya que me había integrado en ese hermoso grupo de adolescentes y si bien no lograba buenas notas en las materias, me sentía contenido. Pero mi secreto aún seguía guardado, esperando ver la luz. Así fue como un día tomé coraje, me paré arriba de una silla y les dije a todos "me gustan los chicos"... o bueno, algo así, un poco más camuflado supongo, ¡jaja!
Pasaron los años, y luego de repetir otro año, cambiarme de colegio y terminar el secundario, me puse en pareja. Nuestra relación duró 4 años, agitados por cierto. En el medio le confesé a mi mamá mi sexualidad y sentí lo que era ser traicionado de la peor manera por un ser amado, entre otras cosas.
Pasaron casi 10 años de sentir ese vacío, ese sentimiento de soledad...
Sí, hubo y hay personas y situaciones que de a poco y por ratitos llenan ese espacio... Pero hoy me encuentro tirado en mi cama, sin trabajo, sin una carrera terciaria/universitaria, sin pareja, y yo me pregunto: ¿Cuándo se va a llenar ese espacio vacío? ¿Se llenará algún día?
Lo único que sé ahora, es que el sol no regresa, así que de alguna manera los días felices tampoco.

· Introducción ·

lunes, 11 de octubre de 2010

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Los rayos de sol se abrían paso entre las hojas para alumbrarnos. Era un día de verano, en los bosques de Palermo, pero yo sabía que no era un día cualquiera.
Después de una larga charla, tumbados boca arriba, mirando la danza de los árboles y el celeste cielo, decidí dejarlo. Le dije que había descubierto sus mentiras, ya sabía que buscaba conocer gente por Internet, y demás patrañas piratas.
Cuando las parejas, o por lo menos algunos casos, cortan su relación para pasar a ser solteros, intentan recordar los buenos y malos momentos, y así poder darle un cierre a la historia.
En ese momento, cuando yo creía que, si bien era un triste final, podía llegar a ser su amigo en un futuro, me confesó que los rumores eran verdad… Él había estado en la cama con otra persona, pero no cualquier persona. Esa persona que marcó tantos quiebres en la relación, que fue como un fantasma cuando no estaba presente, y me espantaba cada noche en soledad o en compañía. No había sido seducción virtual, no había sido una salida al cine o un simple beso...
Durante la relación siempre lo negó - como todo buen pirata sabe que tiene que hacer eso -, y yo como un idiota, después de tanto esfuerzo, le creí.
Cuando me dijo lo que yo menos imaginaba que me podría llegar a decir, dejé de creer. Dejé de creer en él, dejé de creer en sus palabras, dejé de creer en su amor, en su mirada, en sus sonrisas, dejé de creer en mí y en todo lo que me rodea. Aprendí a desconfiar más de lo que podría llegar a desconfiar de alguien. Y luego ya no sólo era “alguien”, sino “algo”… Descubrí que las palabras pueden manejarse y dibujarse sin ningún límite, y que así como el amor te ilusiona, te traiciona.
No terminó de confesarme la verdad que yo enseguida tapé mi boca con las dos manos, dejé de respirar y comencé a llorar como si mis lágrimas fueran gotas de llovizna anticipando la tormenta.
Pasaban minutos y seguía sin respirar, como si no quisiera entregarle ni un poco más de mi aliento a ese momento, como si el aire que me quedaba en el cuerpo hubiera querido guardarlo sólo para mí. De a poco dejé de sentir los órganos del cuerpo, y me invadió la adrenalina, como de sopetón…
Ahí fue cuando el cordero dejó su piel para pasar a ser un lobo. Ahí fue cuando comencé a entender realmente lo que es sentirse solo…