· Viaje ·

martes, 8 de febrero de 2011

 


Aquel domingo, caluroso, la ciudad llena de gente, más de lo que se podía esperar para un domingo de febrero, viajé en aquel transporte que tantas veces nos vió ir,volver,reír,llorar,callar... Ese tren que en una de sus estaciones para en un lugar donde me dejaba a 15 cuadras de su casa, que me vió partir casi sin querer dejarlo allí, que nos vió alguna que otra noche, hablando sobre nuestra relación y su continuidad. Desde donde yo venía, era la primer estación por recorrer. Me sumergí en miles de recuerdos, sensaciones, pensamientos olvidados... El recuerdo fijo de viajar ambos a la madrugada, con los pesados bolsos, para emprender nuestro primer "viajecito" juntos: el Tigre; la ansiedad que sentía por verlo al bajarme del tren...

Dudé. Sí,dudé en bajarme. Creo que fue una de las raras veces que no fui impulsivo. Sabía que esta vez no podía correr a sus brazos diciéndole: "Te amo, no quiero que estemos peleados"... Así que agaché mi cabeza, cambié la canción que escuchaba en ese momento, y seguí viajando. Mi cabeza no pudo contener todos esos recuerdos que volaban como si hubieran estado atrapados mucho tiempo dentro de una jaula, esperando salir.
Pareciera que hubiera estado una eternidad sobre ese vagón. Ya de noche pasé por Villa del Parque. ¡Si esa estación nos habrá visto sonreír! Y creo que sólo nosotros dos sabemos bien por qué... Y los recuerdos se presentaban ante mí como si estuviera viéndonos desde afuera, parados en el andén...
Llegó Palermo... Esa estación tiene mucha relevancia en nuestra historia. Nos vió asustados, nos vió contentos,nos vió soñar... Nos vió despedirnos... Fue testigo mientras yo lo veía yéndose en el tren, dejando caer un mar de lágrimas sobre mis mejillas. ¡Qué tristeza! Ese momento fue horrible. Pero es todo parte de una historia... Aunque un recuerdo lindo que tuve en ese momento fue cuando pasábamos camino a su casa, y decíamos "Cuando seamos más grandes, seamos profesionales y tengamos mucha plata, vamos a vivir en uno de esos departamentos. Vamos a tener una señora que limpie y vamos a ser muy felices". Jaja, soñar no nos costaba nada... Por más que sabía que anhelaba mucho ese sueño, lo importante en el fondo era estar con él, en donde sea.
Seguí viajando y finalmente llegué a destino: Retiro. Ahí donde yo bajé, me animaría a decir con miedo de encontrarlo, a su vez con intriga, y alegría, porque existía la chance de poder verlo, de dejar de abrazarlo en mis sueños solamente.
Toqué el suelo con mis dos pies, respiré profundo, comencé a caminar lento y a mirar en los vagones del tren que salía en los siguientes 3 minutos... Quizás su rostro se hospedaba en alguno de ellos. Busqué sin éxito. Fue una mezcla de alivio, con desilusión. Creí que lo iba a volver a ver... y nuevamente y de sorpresa, miles de recuerdos volvieron a mí, enfrentándome, golpeándome sin piedad.
(Ja! Lo leo y parece una victimización, pero no es así. Intento describir tal cual mis emociones y pensamientos en ese momento. Qué buen desahogo,por Dios!).
Yo sabía,lo sabía,no debía verlo. Quizás fue una posibilidad en mil, pero pudimos haber estado en el mismo lugar y a la misma hora y NO VERNOS. O tal vez sí...
Aunque parezca difícil, de alguna manera, es como si nuestros caminos estuvieran por cruzarse, pero queda una delgada línea de separación. Como si el destino estuviera jugando con nosotros, poniéndonos a prueba... Pero por alguna razón no nos vimos. Y asi fue como dejé todo esto atrás... No esperando una próxima oportunidad para poder verlo, pero sé que si llego a volver a emprender este viaje (que probablemente lo haga), no voy a tener miedo de cruzarlo, porque sabré que si lo hago, por algo habrá sido.

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